Hoy las palabras, al verme en mi estado actual,
me evaden. Les estiro mis manos suplicándoles que no me dejen, que no me
abandonen, pero mis ruegos no llegan a sus oídos. Me ignoran, me juzgan. Hoy las
palabras me traicionan, me dan la espalda dejándome en la fría soledad de la
inexpresividad, de la nada absoluta. Les grito llamándolas, exigiéndoles que me
acompañen en este instante pero no me prestan atención. Hoy las palabras se
enrarecen con los sentimientos que ellas conllevan, que yo cargo. Me escupen,
me pegan. Me postro a sus pies
implorándoles que me amen una vez más, que me recorran el alma. Me detestan, me
lastiman. Hoy las palabras huyen de mi asqueadas y las pocas que logro mantener
están en mi alma desgarrándola a cada respiración. Corro detrás de las palabras
para alcanzarlas, pero de ellas ya solo queda un recuerdo que he olvidado. Me odian, me humillan. Hoy la palabras, las
pocas que me quedan, se atragantan en mi ser tratando de huir de mí. Afanado las busco en sus escritos pero ya no
las veo; en mi biblioteca tengo muchos libros con hojas en blanco. Me asesinan,
me dejan solo. Hoy las palabras, al verme en mi estado actual, lloran por mí y
se compadecen.
miércoles, 7 de mayo de 2014
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