Todas las mañanas durante los últimos 10 años
él se levantaba y preparaba el desayuno para su esposa y para él. Mientras lo
hacía solía cantar. En algún punto siempre cantaba ‘With or Without You’ de U2.
Luego de eso llevaba el desayuno a la habitación, colocaba el de su esposa
sobre la mesa de noche de ella, luego colaba el de él sobre su mesa de noche,
se recostaba y le daba un beso. Esa mañana él no cantaba. Preparó huevos
revueltos con salchicha y chocolate con pan, lo que ella amaba comer al
desayuno. El silencio en la casa era abrumador e incluso más ensordecedor que
mil gritos juntos. Él subió a la habitación como siempre solía hacerlo. Su
esposa estaba aún acostada en la cama. Colocó el desayuno de ella sobre su mesa
de noche, luego el de él sobre la suya. En esta oportunidad él no se recostó a
su lado ni la besó, simplemente se quedó parado observándola por algunos
minutos mientras recapitulaba fragmentos de la noche anterior.
Al llegar juntos a casa, él le ayudó a subir a
la habitación. Ella tenía un gran abrigo y debajo de este, una pijama. Ella estaba demacrada y evidentemente
enferma. Él le quitó la ropa y le puso una bata. Él también se quitó su ropa.
Ambos se dirigieron al baño. Ella se sentó en el inodoro mientras él abrió la
ducha y esperó que el agua estuviera moderadamente caliente. Le ayudó a su
esposa a quitarse la bata y ambos entraron a la ducha. Una vez en su interior
ambos se dieron un largo beso que era evidente que ninguno de los dos quería
que terminara nunca. El agua caía sobre sus rostros mientras lo hacían
ocultando las copiosas lágrimas que de ambos salían. Él se apartó un poco de
ella, tomó un jabón y empezó a bañarla. Luego se bañó. Ambos salieron de la
ducha y se acostaron desnudos bajo las cobijas y se abrazaron.
Su esposa solía fumar, aunque hacía más de 3
meses no se había fumado un solo cigarrillo. Él nunca había fumado en su vida.
Caminó hasta la mesa de noche de ella y abrió uno de los cajones de la misma.
Adentro había un paquete de cigarrillos que ella nunca terminó, a su lado un
encendedor. Él tomó ambas cosas y se dirigió a la ventana. Tomó una silla que
se encontraba cerca, sacó un cigarrillo de la caja, lo encendió, lo llevó a su
boca y dio una gran y profunda bocanada. La tos no se hizo esperar pero al
haber pasado dio otra bocanada, luego otra y luego otra. Acababa de empezar a
fumar. A medida que él consumía el cigarrillo, sentado en la silla, continúo
recordando la noche.
El silencio fue largo y doloroso para los dos
mientras estuvieron abrazados pero se rompió con las palabras de ella.
-¿Sabes, Andrés? Desde el primer día en que te
vi en la Universidad supe que ibas a ser el último hombre de mi vida, mi mejor
amigo, mi amante y mi esposo. Y a lo largo de todos estos años a tu lado me he
dado cuenta que es así. ¡Eres mi todo, amor!-
-Ese día en la Universidad, -dijo Andrés, -me
pareciste la mujer más hermosa del mundo. ¡Te amo mi princesa!-
-Yo a ti amor-.
La noche se fue consumiendo mientras los dos
continuaron recordando su historia de vida juntos. La primera vez que salieron.
La primera vez que se besaron. La primera vez que se dijeron que se amaban
mientras hacían el amor. Su matrimonio. Sus planes. Sus sueños. A veces en
medio de la conversación ambos se quedaban callados por algunos minutos, luego
se miraba y se besaban. Él en ningún momento dejó de consentirla.
El cigarrillo iba llegando a su fin y Andrés
seguía observando a su esposa que yacía acostada en la cama. Una lágrima se
escurrió con lentitud por su mejilla derecha. Apagó la colilla sobre la pared,
se paró y se dirigió a ella. Sus pasos fueron lentos, como no queriendo llegar
nunca a su lado. La noche anterior aún estaba fresca en su alma. Su última
noche.
En algún punto de la conversación él se sentó y
tomándola a ella la recostó sobre su regazo y así continuaron charlando. Un
nuevo silencio se hizo presente en la conversación, él seguía consintiéndola y
continúo hablándole. Pasados algunos minutos, durante los cuales solo él
hablaba, el silencio de ella evidenció la triste realidad. Él tomo su cuerpo la
acostó y la cubrió con las cobijas. Se paró de la cama y mientras las lágrimas
corrían por sus mejillas miró el reloj de la habitación. 4:17 am. Su esposa
acababa de morir luego de haber luchado por varios meses contra un cáncer. Él
regreso a la cama, se acostó al lado de su esposa, la abrazó y continúo
llorando hasta quedarse dormido.
Dio el último paso y se encontró al lado de su
esposa. El llanto volvió a brotar de sus ojos sin que él pudiera evitarlo. Una
gorda y pesada lágrima cayó sobre el rostro de ella. Él se agacho y tomando su
frío rostro la beso fuertemente. Luego de eso se paró, tomó el teléfono y marcó
un número.
-Hola señora Mariela. Infortunadamente ambos sabemos por
qué llamo-.
Al otro lado del teléfono se escuchó el llanto
del interlocutor. Andrés continuaba llorando mientras pidió que le comunicaran
con Gabriel, su hijo de 8 años. Gabriel pasó al teléfono.
-¿Papi? -preguntó Gabriel.
-With or without you -empezó a
cantar Andres- I can’t live, with or without you…-
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