Aquél día se levantó, como todos los días, con un pensamiento en su cabeza. Necesitaba un poco más de esa droga para llegar a la noche y poder dormir. Aun sentía un poco del efecto de la dosis del día anterior, lo cual le dio fuerzas suficientes para bañarse, comer un pan y salir a la calle a buscar lo que tanto necesitaba.
Tomó el primer bus que iba rumbo a dónde encontraría su tan anhelada droga. El trayecto transcurrió entre sollozos y remembranzas de la noche anterior. Al llegar a su destino saltó del bus con la ansiedad propia de quien, habiendo aguantado la respiración por largo tiempo, busca el oxígeno. Caminó presuroso y llegó a su destino. “El Edén”, era el nombre del bar frente al cual él esperaba. Entró y se sentó. Pagó por adelantado seis cervezas y se concentró en tomarlas, sabía bien que el alcohol haría de la espera algo más llevadero.
Se encontraba ya acabando su cuarta cerveza cuando vio entrar a esa mujer. ¡A esa mujer! El siguiente sorbo de cerveza fue largo y profundo. Pasaron 16 minutos y se paró de la mesa, se aproximó a ella y luego de presentarse y pedir permiso para sentarse se pusieron a hablar. La noche transcurrió entre más cervezas, aguardiente y muchísimas palabras. Él, como siempre, a pesar de su notoria ebriedad y la necesidad de su droga, habló por largo rato. A veces escuchaba pacientemente con genuino interés. En un momento de lo que ya era la madrugada él se aproximó a ella y continuaron su entretenida platica.
No era la primera vez que él hacía esto, podría decirse que era “un conocedor” en el tema. Lentamente y con el sigilo propio de quién ya ha vivido más de una vida se fue acercando a ella. La besó. Se apartó. El efecto fue inmediato. Los sueños se dispararon como siempre solían hacerlo. ¿La playa? ¿El mar? ¿El sol? ¿Viajar? ¿Ser felices?
Ella continuó hablando acerca de un tema al cual él no prestaba atención pero ante el cual asentía matemáticamente. Mientras ella hablaba, el efecto de su droga, ilusionarse, se acentuaba cada vez más. ¿Casarnos? ¡De una! ¿Hijos? ¿Cuántos vamos a querer? ¡Es que por ti hasta mi alma!
El último sorbo de alcohol se dividió en dos, ¡él compartiría todo con esa mujer!
El último sorbo de alcohol se dividió en dos, ¡él compartiría todo con esa mujer!
Un beso de despedida por parte de ella. Acompañarla a tomar un taxi. Otro beso de despedida.
El camino rumbo a casa siempre le resultó difícil pero, como siempre, llegó a casa, se masturbó con los residuos de su droga, de su ilusión, y se durmió con la certeza que esta vez sería la última. Que sería feliz por fin.
Aquél día se levantó, como todos los días, con un pensamiento en su cabeza. Necesitaba un poco más de esa droga para llegar a la noche y poder dormir. Aun sentía un poco del efecto de la dosis del día anterior...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario